SANTIAGO. Como una «bomba» ha caido en diversos sectores de Santiago, la información en el sentido de que el alcalde Ulises Rodriguez pretende remodelar la Avenida Juan Pablo Duarte desde la rotonda de la Marchanta, (Benito Juarez), llevándose consigo este símbolo cultural, un monumento a las Marchanta.

Según las informaciones que circulan, Rodríguez firmó un contrato con un ingeniero para supuestamente embellecer el área, y sustituir de un plumazo, borrar la historia cultural y folclórica del pueblo dominicano, las Marchantas.
Las Marchantas forman parte esencial del alma popular dominicana, su imagen recorre con dulzura y nostalgia las calles de Santiago donde su presencia ha dejado huellas imborrables en la memoria colectiva de generaciones enteras ellas no solo vendían productos sino que ofrecían cercanía alegría y un sentido de comunidad que hoy parece diluirse entre los cambios del tiempo.
El monumento a la Marchanta en la Carretera Duarte es un símbolo que debemos preservar con amor y compromiso porque encierra la historia viva de nuestras mujeres trabajadoras y su defensa es una manera de mantener viva la esencia de un pueblo que reconoce el esfuerzo y la dignidad del trabajo humilde, pero trascendente.
Las Marchantas deben ser declaradas patrimonio cultural del país porque representan una tradición que combina identidad sabor y arte popular sus cantos, sus trajes coloridos y su manera única de llamar al cliente forman parte de un patrimonio intangible que debe ser protegido como testimonio de nuestra riqueza cultural.
El guanimo y el maíz pelao son productos que solo las marchantas preparan con ese toque de autenticidad que no se encuentra en ningún otro lugar su forma de elaborar y ofrecer estos alimentos es una herencia que se transmite de generación en generación un ritual cotidiano que encierra la memoria de nuestros sabores más genuinos.
La Marchanta Dominicana, es un homenaje a esas mujeres que con orgullo y sazón forjaron una tradición que aún vibra en el corazón del pueblo ellas no fueron simples vendedoras sino portadoras de cultura y símbolo de resistencia femenina ante la adversidad del tiempo y las circunstancias.
Es una necesidad nacional evaluar la confusión cultural que enfrentamos y tomar el arte como referente para reencontrarnos con nuestras raíces porque sin la valoración de nuestras expresiones autóctonas corremos el riesgo de perder lo que nos hace únicos las marchantas son arte viviente y expresión pura del folclore santiaguero.
Cabe destacar que para los juegos Centroamericanos y del Caribe, Santiago 86 la mascota que se escogió alegóricamente fue a “Chaguito”, un burrito de los campos de Santiago y el emblema oficial, “La Marchanta”, la típica vendutera cibaeña.
A usted no le da nostalgia ver a una marchanta con su canasto lleno de maíz pelao o guanimos caminando por Don Pedro Monte Adentro o Tamboril esas mujeres son la memoria andante del Cibao por eso la mujer de esas comunidades debe luchar por mantener en pie el monumento a la Marchanta porque defenderlo es defender nuestra historia nuestra identidad y nuestro orgullo popular.


                                    