
Por; Perfecto Martinez
La noche de este martes se sumaron dos asesinatos más a la preocupante escalada del crimen en la otrora apacible Ciudad Corazón. Sujetos aún no identificados asesinaron a tiros a los hermanos Freddy y Robert Minier, en la comunidad de San José Afuera del municipio de Baitoa, sin que se conozcan las circunstancias y motivos del lamentable hecho.
Los crímenes ocurren apenas una semana después de que al menos once agentes de la Policía Nacional ejecutaran a cinco personas en el sector de La Barranquita, en un hecho que rompe todos los parámetros del modo operandi de la delincuencia y el crimen organizado.
No hay que olvidar que el año pasado y en solo 72 horas, 9 personas perdieron la vida en hechos criminales y que, en los primeros nueve meses, se registró en Santiago el alarmante récord de 90 muertes violentas.

Los hechos no solo confirman que han servido de muy poco los cambios frecuentes de generales jefes del área, sino que Santiago se consolida como despreciable meca del crimen organizado. Y la verdad, aunque asuste, hay que aceptarla.

En las últimas décadas Santiago se ha transformado en una suerte de paraíso del narco, en territorio donde los puntos de drogas fluyen en libertad y se multiplican como verdolaga, en gran medida, por la complicidad comprada de agentes policiales.
Niéguese o no, la Ciudad Corazón ha pasado a ser una enorme burbuja de crecimiento inmobiliario y del comercio en general, todo un fenómeno que despierta generalizadas sospechas; un escenario donde el “progreso” derivado del crecimiento es visible, aunque no genere bienestar colectivo porque los beneficios van a parar solo a sus “propulsores” del gran desarrollo. Qué se hará para revertir tan pacamisono cuadro?