
Mi amigo Robert -Bob- Rosen, autor del bestseller internacional, “Nowhereman, los últimos días de John Lennon”, dice que soy “el profeta apocalíptico con más tiempo ejerciendo”. Eso no es cierto, soy militante del optimismo radical.
Profetizo paz y seguridad futuras.
China controla el 99% de las tierras raras indispensables para fabricar armas, y suspendió sus exportaciones “para defender la paz mundial y la estabilidad regional”.
Eso explica la paz en Ucrania, e Israel, Washington no puede guerrear, debe negociar, cooperar.
Donald Trump y Vladimir Putin hablan de unir Rusia y Alaska con un túnel, comercio, cooperación y paz.
Quizá Pablo describió este momento en 1 Tesalonicenses 5:3 “Cuando digan: Paz y seguridad, vendrá sobre ellos destrucción repentina, … y no escaparán”.
Esa profecía paulina dificulta militar en el optimismo radical.
Si Rusia y Estados Unidos cooperan, los conflictos mundiales se reducirán considerablemente. Trump es un hombre de negocios, no un ideólogo político. La paz favorece el “clima de inversión” para todos los negocios; la guerra solo favorece al armamentismo. Quizá Trump no cambie negocios por guerras.
Sin tierras raras para producir misiles, drones, aviones y sistemas de comunicaciones, Washington no puede guerrear con nadie. Además, gastó su arsenal entre Ucrania e Israel.
Los países del BRICS controlan oro, petróleo, y tierras raras.
El dólar perdió valor y poder; la deuda estadounidense es impagable; Wall Street se derrumba; aumentan la polarización política y las desigualdades económicas: tenemos un cóctel Molotov.
Es mejor reactivar la vieja propuesta de Rusia: el “Puente Kennedy-Krushev” (un túnel uniendo a Rusia con Alaska bajo el estrecho de Bering). Actualizado como “Puente Trump-Putin”, una amplia avenida de comercio y cooperación, provocando un estallido de paz mundial, irradiando una brillante “luz al final del túnel”.
Eso limita la “libertad empresarial” de la industria armamentista y, oprimiendo un botón, puede materializar la apocalíptica profecía paulina: destrucción repentina de la que nadie escapará.
Observemos un optimismo radical, cauteloso: la “luz al final del túnel”, puede ser un tren en vía contraria.
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